lunes, 7 de mayo de 2012

CÁNCER Y AFLATOXINAS



            Las aflatoxinas, son unas toxinas producidas por hongos microscópicos del género Aspergillus que fue descrito por primera en 1729 por  Micheli, quien al comprobar que se parecía a un aspergillum (instrumento utilizado para dispersar agua bendita), le dio este nombre. Se conocen unas 900 especies de Aspergillus, que fueron clasificadas en 18 grupos, de los cuales, solo 12, producen infección en la especie humana1.
            Este género de hongos, es ubicuo, es decir puede estar presente en cualquier sitio y se desarrolla de forma extraordinaria, en el estiércol, vertederos de basuras, vegetales en descomposición, almacenes de granos (maíz, trigo, cebada, cacahuetes…)etc.. es además un “oportunista”, porque en personas normales, no produce ningún daño, pero amigos míos, si la persona está inmunocomprometida (tiene las defensas bajas) por padecer por ejemplo una leucemia o estar trasplantado, produce infecciones muy graves, tan graves, que pueden llevar a la muerte. En los hospitales, está muy controlado, sobre todo en quirófanos de cirugía cardiaca, en habitaciones de enfermos con trasplante y al finalizar las obras que se hagan en algún área del hospital.
            Pero hoy, no hablamos de las infecciones producidas por estos hongos, sino de otra cosa muy distinta, de las aflatoxinas, os he dicho algo referente a la infección, para que os vayáis situando un poco, de lo grave que pueden ser estos hongos en determinadas circunstancias. Dentro de este género, los que producen aflatoxinas, son las especies, flavus, niger y parasiticus2
            También producen aflatoxinas otros hongos, por ejemplo, algunas especies del genero Penicillium9-30-31-32 , que también se encuentra en todas partes y es quizá el más abundante del suelo. El Penicillium, prolifera fácilmente en los alimentos almacenados. Algunas especies son beneficiosas y se utilizan para fabricar quesos, como el roquefort, camembert u otros (que la verdad están muy buenos, por lo menos a mí me gustan), o más beneficiosas  aún, a partir de la contaminación de unas placas de cultivo por el Penicillium chrysogenum, fue, como Fleming, descubrió la penicilina y ¿Cuántas vidas le debemos?. Pero otras especies, como el Penicillium verrucosum, son perjudiciales, porque forman aflatoxinas y no por producir infección.
            Parece que aunque la peligrosidad de los alimentos contaminados por mohos, se conoce desde hace miles de años, la atención que se les presta ahora, nació como consecuencia de que en el curso de unos meses de  1960,  murieron en el Reino Unido 100.000 pavos alimentados con harina de maní de Brasil y se descubrió, que este maní,  estaba contaminado por  Aspergillus flavus, que producía una toxina a la que llamaron aflatoxina. Más tarde se comprobó, que también resultaron intoxicados un gran número de pollos y patos.
            Como hemos dicho más arriba, el hábitat habitual de los hongos de que estamos tratando, es el suelo y por tanto, pueden contaminar a cultivos muy diferentes, como cereales, soja, olivo, nogal, pero también atacan a sus frutos, cuando se encuentran almacenados, nueces, pistachos, cacahuetes, avellanas, maíz, trigo, arroz, etc. sobre todo, si se dan unas condiciones especiales: alta temperatura y alta humedad, como ocurre en ciertos países tropicales de América Latina, de África o de Asia o incluso en zonas mediterráneas.
            Los hongos formadores de aflotoxinas, pueden contaminar a cereales, heno o maní (por ejemplo) y estos alimentos contaminados,  pueden emplearse para nutrir  animales, como: cerdos, vacas, pollos, etc si la contaminación es elevada, pueden enfermar e incluso morir, ya que producen una necrosis aguda del hígado (destrucción de gran número de células del hígado). La especie humana, aunque es más resistente que los animales, puede también intoxicarse al tomar esos alimentos. Si la contaminación no es muy elevada, puede ocurrir, que la cantidad que se tome de aflotoxinas, no sea muy importante y entonces no se produce ninguna enfermedad inmediata, pero de forma silente, ocurre una cosa muy importante, las aflotoxinas, están atacando a nuestras células, a nuestro sistema inmunitario al ADN, dando lugar a la aparición de oncogenes (genes responsables de la aparición de cáncer) y años más tarde, podemos presentar un cáncer de hígado, que se hará tanto más frecuente, cuanto mayor sea el número de veces que hayamos ingerido alimentos contaminados por estas toxinas. La misma secuencia, se puede producir en los animales, la toma frecuente de pequeñas cantidades de aflatoxinas que contaminen alimentos, puede producirles un cáncer hepático.  
            Se sabe, que existen al menos 13 tipos diferentes de aflatoxinas, la más toxica es la B1, pero cualquiera de ellas, puede determinar la aparición de un cáncer hepático, sobre todo en aquellas personas que padecen una hepatitis B, porque el virus de la hepatitis B (que por sí mismo puede producir un cáncer de hígado) disminuye la capacidad de las células hepáticas (hepatocitos) para metabolizar a la aflatoxinas y sus efectos de malignidad, se multiplican.
            Los alimentos que más fácilmente se contaminan ya los hemos indicado, pero volvemos a insistir en ello:   
            Cacahuetes y naturalmente el maní.
            Crema de cacahuetes. En España, no es frecuente consumirla, pero en Estados Unidos si debe serlo, al menos, en muchas películas aparece este alimento.
            Pistachos.
            Nueces.
            Avellanas.
            Frutas secas (higos, albaricoques…).
            Cereales (maíz, trigo, arroz, cebada….)
            La leche puede estar contaminada, cuando los forrajes que se empleen para la alimentación también lo estén, de todas formas, al menos en países desarrollados, la cantidad de aflotoxinas que contiene la leche, es muy pequeña. En un estudio realizado en Taiwan, se comprobó que en la leche de vaca, aunque esté pasteurizada, pueden existir aflotoxinas M1, si los animales, han sido alimentados con piensos contaminados por aflotoxinas B1. Aunque la verdad, es que en ese estudio, de 144 muestras de leche, solo encontraron una que superaba los niveles admitidos por la Unión Europea25. En otro estudio similar en Egipto, también encuentran aflotoxinas M1 en muestras de leche29.
            Por lo general, la contaminación por aflatoxinas, está muy controlada por los organismos sanitarios competentes y los niveles de contaminación suelen estar por debajo de los 2 a 4 microgramos por kilogramo (millonésima parte de un gramo), que es lo marcado por la ley, ya que estas cifras, según los expertos, no tienen peligrosidad3.  
            La Comisión Europea, ha fijado los niveles permitidos de aflotoxinas en un rango comprendido entre 4 µg/kg (microgramos por kilo) y 10 µg/kg, en frutos secos,  (avellanas, almendras, pistachos, cacahuetes…), en  los cereales, admite como nivel máximo los 4 µg/kg, excepto en arroz y maíz que admite hasta 10 µg/kg4. En lo que se refiere a la leche, el nivel máximo permitido es de 50 ng/litro (ng = nanogramo = milmillonésima parte de un gramo)
            Naturalmente, para comprobar si se cumple esta normativa, existen unos controles, que están regulados en la UE, por el REGLAMENTO (CE) Nº 882/2004 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO.
            Ya hemos dicho, que la especie humana es menos sensible a la intoxicación por aflatoxinas, que los animales. Sin embargo en la India, Sudeste Asiático y África tropical, se pueden producir intoxicaciones masivas en humanos, determinando la aparición de hepatitis agudas, agravamiento del kwashiorkor (desnutrición severa, esos niños que vemos con frecuencia en televisión y todos decimos ¡que lastima!) y otras enfermedades en las que exista afectación del hígado y además una elevada tasa de cáncer hepático, puesto que en esos países se da la doble circunstancia de: gran prevalencia del virus de la hepatitis B y  gran número de intoxicaciones por aflatoxinas. En el año 2008 se produjeron en todo el mundo 749.000 casos de cáncer hepático, 120.000 aproximadamente en países desarrollados y 625.000 en zonas del tercer mundo5.
            Para luchar contra la contaminación de los hongos productores de aflatoxinas, hay que comenzar el tratamiento en la propia planta. En principio, habrá que utilizar plaguicidas autorizados y después, utilizar unos almacenes adecuados, porque si almacenamos entre 27 y 40º C, con una humedad relativa del aire entre 70 y 90 % y la higiene brilla por su ausencia, el crecimiento de Aspergillus, puede ser extraordinario. Hace relativamente poco tiempo,  el Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos (ARS), descubrió otro método de lucha más ecológico y pudo demostrar, que una levadura, la Pichia anómala, que no me estoy cachondeando, que no es “Picha anómala”, es Pichia, era eficaz, para evitar el crecimiento del Aspergillus flavus y no solo en las plantaciones de maíz o pistachos, sino también en el almacenamiento de frutos secos, ya que esta levadura, es inocua7-33-34.
            La bibliografía que encuentro en PUB MED sobre aflatoxinas y cáncer, es numerosa y prácticamente unánime, su ingestión de forma continuada, puede producir cáncer de hígado.
            La afirmación de que las aflotoxinas, pueden determinar la aparición de cáncer de hígado, está apoyada en numerosos estudios, sobre todo en países poco desarrollados, con clima caluroso y húmedo, como ocurre en extensas zonas de China, India, otros países de Este Asiático y en  África Subsahariana. Ello se debe a varias causas:
1ª. El clima es favorable al desarrollo de los Aspergillus y otros hongos.
2ª. Los defectos de almacenaje son muy frecuentes.           
3ª. La falta de controles sobre los alimentos, para detectar la contaminación.
 4ª. La falta de higiene personal y del medio.
 5ª. La tasa elevada de malnutrición entre la población17.
 6ª. La existencia entre la población de gran cantidad de hepatitis B.
 Las aflatoxinas, por sí solas, pueden determinar la aparición de cáncer de hígado, pero, cuando interactúan en personas con infección por virus de la hepatitis B (que sabemos puede determinar cáncer de hígado), se potencian entre sí y el número de hepatocarcinomas que aparece, se multiplica8-11-13-14-18-19-20-21-24-27-28. En un estudio realizado en China, se ha podido comprobar, que la asociación de infección por virus de la hepatitis B y elevación de aflatoxinas B1 comprobado en la orina de los pacientes, determina un riesgo de padecer cáncer de hígado, 60 veces mayor que en la población normal16.
Como hemos dicho, el número de casos de cáncer de hígado, se multiplica  cuando interactúa  el virus de la hepatitis B, con las aflatoxinas, algunos estudios niegan que esto mismo se produzca con el virus de la hepatitis C10-12. Pero sí existen publicaciones en las que se comprueba que también se multiplica el riesgo, en los casos de infección por virus de la hepatitis C. Un estudio de los encontrados se llevó a cabo, entre la población Hispana de Texas (Estados Unidos), en la que la ingestión de aflatoxinas, combinada con la Hepatitis C era el factor de multiplicación de este tipo de cáncer15 otra,  fue realizada en Egipto22 y una tercera, menciona esta posibilidad sobre todo en países subdesarrollados26  
Otra cosa que hemos de tener en cuenta, es que los niños, son más susceptibles a la intoxicación y al potencial carcinógeno de las aflatoxinas que los adultos23.
La relación entre aflatoxinas y cáncer de hígado, es clara y apoyada por multitud de estudios tanto de laboratorio, como epidemiológicos, en animales y en humanos, de modo, que ya en el año 1993, fueron clasificadas por la IARC (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer), como carcinógenos del grupo 1, es decir, que hay pruebas suficientes que confirman que puede causar cáncer en humanos.
CONCLUSIONES.
            1ª. Las aflatoxinas, son toxinas producidas por hongos microscópicos del género Aspergillus y Penicillium.
            2ª. La intoxicación por estas toxinas, puede ser aguda, produciendo en este caso un daño en el hígado, que es más o menos intenso, según la cantidad ingerida o puede ser crónica, por ingestión repetida de alimentos contaminados por aflatoxinas. En este caso, el riesgo de presentar cáncer de hígado es bastante elevado.
            3ª. El ganado porcino (cerdos), bobino (vacas, terneros) y de corral (pavos, poyos etc) son más suceptibles de enfermar que la especie humana.
            4ª. Dentro de la especie humana, los niños, son más susceptibles que los adultos.
            5ª. Los enfermos con hepatitis B o C, que ingieren repetidamente alimentos contaminados por aflotoxinas, tienen 60 veces más posibilidad de presentar cáncer de hígado, que las personas que no padezcan, infección por estos virus.
            6ª. La contaminación de alimentos por los hongos señalados, se produce con mayor facilidad en climas cálidos y húmedos [extensas áreas de sudeste asiático (China, India…), Brasil, África subsahariana…..) y/o cuando se mantienen por largo tiempo temperaturas entre 27 y 40º C y una humedad relativa de 80-85 %.
            7ª. Los alimentos que se contaminan con mayor facilidad son:
Frutos secos (cacahuetes, pistachos, avellanas, nueces, almendras) y sus cremas (crema de cacahuetes, avellana).
Cereales (maíz, arroz, cebada, trigo).
Frutas secas (higos, albaricoques..).
La leche si los animales toman alimentos contaminados (de todas formas, la contaminación es mínima,
            8ª. La Comisión Europea, ha fijado los niveles admitidos de aflotoxinas en los alimentos (los tenéis indicados en el artículo completo).
            9ª. En los países desarrollados, se realizan controles de aflotoxinas en los alimentos.
            10ª. En los países desarrollados, la intoxicación por aflotoxinas es muy poco frecuente,
            Y ahora os preguntaréis, ¿Qué pasa con España?, pues en España, la contaminación de alimentos por Aspergillus y Penicillium es poco frecuente y  las empresas de producción y embazado de frutos secos y cereales, deben realizar los controles adecuados.
            Entonces, ¿por qué os he contado este rollo?, pues por:
a.       Para que cuando oigáis hablar de las aflatoxinas, sepáis que son unas toxinas, catalogadas por la IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer), como cancerígenos del Grupo I (está suficientemente probado).
b.      Si tenéis frutos secos en casa, tenedlos en sitio fresco y poco húmedo. En zonas costeras, calurosas y húmedas, no los guardéis más de unos pocos días, cuando como decimos en nuestra tierra (Granada) “estén maníos” (húmedos, blandos), es mejor desecharlos.
c.       Limitad la toma de frutos secos, especialmente en niños y personas que sufran hepatitis B y/o C, aunque yo  aconsejaría esta medida para cualquiera que presente una enfermedad del hígado.
           
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